Porque somos conscientes de la importancia de mantener viva nuestra historia es que nos ha dolido e indignado la instrucción del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) de paralizar la limpieza y recuperación de estos símbolos de la ciudad.
Todos hemos visto cómo en los últimos años nuestra ciudad y, en particular la Alameda, ha sido vandalizada, deteriorada y destruida, lo que trae no solo inseguridad sino también una cuota de desesperanza.
Impulsar el proyecto Nueva Alameda fue nuestra forma de hacerle frente a esta situación. Iniciar un camino de trabajo colaborativo con cuatro municipios de colores políticos distintos, cinco ministerios y, nuestro gobierno de Santiago, era el único camino posible para avanzar. ¿Difícil? Sí, pero logramos encontrar un denominador común, la convicción de que, si se puede recuperar la Alameda, se puede recuperar cualquier lugar de nuestro país.
La limpieza de fachadas ha sido, sin duda, la expresión más visible de nuestra voluntad. Le ha devuelto la alegría, la vida y el color a nuestra principal avenida, pero íbamos por más. Empezamos también a recuperar nuestra identidad y nuestra historia reflejada en todos aquellos monumentos históricos y estatuas ubicadas en el eje.
Porque somos conscientes de la importancia de mantener viva nuestra historia es que nos ha dolido e indignado la instrucción del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) de paralizar la limpieza y recuperación de estos símbolos de la ciudad.
Las instituciones deben estar al servicio de las personas y sus anhelos, así entendemos el servicio público. Lamentablemente, estas acciones generan desazón y un alto incentivo a mantener las cosas como están.
Pero nos rebelamos contra el status quo. Recuperar la ciudad para las personas es nuestra misión y lo seguiremos haciendo de la única forma que sabemos, de manera colaborativa, ejecutiva y siempre poniendo a las personas al centro. Esta es la invitación que le extendemos al Consejo de Monumentos Nacionales a trabajar juntos en terreno. No vaya a ser cosa que tantos obstáculos, trabas y burocracia hagan que muchos decidan bajar los brazos en vez de seguir limpiando y cuidando el patrimonio o, como dice el dicho popular, que “los cuidados del sacristán terminen matando al señor cura”. Nosotros seguiremos adelante, ojalá el resto nos acompañe.