Los días 7, 28 y 29 de febrero de 2020, tres incendios afectaron gravemente al edificio y al equipamiento del Museo Violeta Parra, aquel que el Estado de Chile inauguró en 2015 para celebrar la obra de una de nuestras artistas más relevantes. Al igual que como ocurrió con el Cine Arte Alameda, espacio insigne del cine independiente nacional, las llamas amenazaron con borrar todo un circuito de actividad cultural en la ciudad.
La familia Parra y los trabajadores de la fundación salvaron sus obras, defendieron el museo y resguardaron uno de los patrimonios más importantes de nuestro país. A todos ellos nuestro país les agradece el haber permitido que hoy podamos imaginar con nuevas energías cómo proyectar el legado de Violeta desde diversos lugares y miradas.
La historia es larga, las versiones son múltiples, pero la realidad es que al equipo del museo nos toca asumir un contexto complejo. Un museo quemado en una zona que está en permanente estado de alerta, donde pocas cuadras más allá se quemó un cine, se extinguió una comunidad y cambió una ciudad. ¿Qué rol tenemos que asumir en esta etapa?
Hemos optado por mirar sin miedo al futuro, pero entendiendo que este debe incorporar las heridas del pasado, los aconteceres y afectos que en este barrio se han sucedido. Así se hace ciudad.
No queremos ser meros espectadores de esta reconstrucción, queremos ser ejecutores, porque nuestras audiencias, públicos y espectadores también son parte de esta historia. El proyecto de Nueva Alameda-Providencia que impulsa la Gobernación de Santiago es una excelente oportunidad para participar activamente en la reconstrucción del barrio que nos acoge. En todo el mundo los espacios culturales somos los llamados a articular comunidades y ser pilares en la activación afectiva de la ciudad. En nuestro caso particular, nos proponemos que el museo sea un nodo de creación y un elemento que aporte en el propósito de volver a habitar espacios públicos seguros y creativos.
Necesitamos reconstruirnos desde una visión colectiva. Los espacios culturales estamos disponibles. Solo nos falta encontrarnos y volver a tener derecho a imaginar.
